martes, 31 de marzo de 2009

¿Qué es ALFIN?


Tener "alfabetización informacional" (en inglés, Information Literacy [1]) es "saber cuándo y por qué necesitas información, dónde encontrarla, y cómo evaluarla, utilizarla y comunicarla de manera ética (definición de CILIP: [2]). Se la considera un prerrequisito para participar eficazmente en la Sociedad de la Información y es parte de los derechos básicos de la Humanidad para un aprendizaje de por vida[3] según la Declaración de Praga, NFIL/Unesco, 2003[4]). La OCDE la incluye como una de las competencias básicas para cualquier ciudadano (Proyecto DeSeCo de definición de competencias básicas [5]). El Parlamento Europeo y el Consejo han hecho también una recomendación sobre el aprendizaje permanente y las competencias clave, citándola como una de ellas [6]. Y en España, finalmente, es una de las ocho competencias básicas que todo estudiante debe alcanzar al acabar la Educación Secundaria Obligatoria [7].


Toda biblioteca, los docentes y otros muchos profesionales que hacen funciones de mediadores en el aprendizaje de las personas, pueden contribuir a que adquieran esta competencia, que ayuda a ser más crítico y ser capaz de aprender durante toda la vida, al capacitar para adquirir nueva información e integrarla con el conocimiento previo. Para ello las bibliotecas diseñan y organizan "Servicios de alfabetización informacional", que pueden incluir cursos presenciales y online, tutoriales, sesiones informativas, guías o manuales de uso de recursos documentales tales como catálogos, buscadores o bases de datos, etcétera, para facilitar que los usuarios adquieran esa capacidad. Desde el punto de vista teórico o de la investigación el objetivo es el desarrollo de normas, modelos pedagógicos, criterios de evaluación, estrategias políticas para la mejora de las competencias informacionales de los ciudadanos…

La expresión "alfabetización informacional" es la traducción más extendida de "information literacy", a partir de su uso en publicaciones como Anales de Documentación (Universidad de Murcia) [8] y el libro Estrategias y Modelos para enseñar a usar la información. (Gómez-Hernández, 2000[9]). Se ha extendido por su presencia y utilización en la red Internet, aunque también se usa de modo sinónimo "alfabetización en información", "desarrollo de habilidades informativas" (en México), o "competencias informacionales". Se usa mucho igualmente el acrónimo "ALFIN" (como en el mundo anglosajón existe el acrónico "INFOLIT"), que fue propuesto por Félix Benito, autor de la primera tesis doctoral sobre este tema en España (Benito, 1995) tras la de Francisco J. Bernal (1982), fundador de la revista Educación y Biblioteca e impulsor de la "pedagogía de la información". Otra expresión relacionada es "educación documental", que formuló Benito para proponer que la competencia en el uso de la información fuera un "tema transversal" para la Educación Secundaria Obligatoria que formara a todos los estudiantes en las metodologías de gestión y uso de la información documental.

La expresión suena extraña en español a los oídos del ciudadano corriente, que asimila alfabetización sólo con saber leer y escribir. Por eso es un término más utilizable dentro del área profesional y científica de la Biblioteconomía que cuando las bibliotecas realizan para los destinatarios finales actividades formativas. Entonces deben denominar a las actividades, cursos, tutoriales u sesiones de una manera más concreta, en función de los conceptos, procedimientos o habilidades que les estén enseñando. Así se evita el riesgo del componente peyorativo que tiene en castellano la ausencia de la competencia, es decir, el ser "analfabeto". Aunque realmente en una sociedad de lenguajes y tecnologías cambiantes, todos somos analfabetos en muchos temas, y sería saludable saber reconocerlo y asumir la necesidad de nuevas alfabetizaciones o de estar en un proceso de alfabetización continua.

El que se use tanto el término alfabetización es consecuencia del uso en inglés del término "literacy", que por extensión se aplica a la capacidad de usar diferentes medios, tecnologías o lenguajes. Así, se habla de alfabetización "audiovisual" –la capacidad de compresión y crítica de los medios y lenguajes audiovisuales- "tecnológica" –la capacidad de manejo de la tecnología de la información- "digital" –el dominio de los medios hipertexto e Internet-, alfabetización "científica" –el dominio de la ciencia y sus mecanismos de creación, transmisión y aplicación- y de otras muchas alfabetizaciones. Pero la alfabetización informacional tiene una dimensión comprensiva de las demás, y en la IFLA, para cuya presidente Kay Karesoka ha sido objetivo principal, se ha llegado a formular el concepto de "alfabetización continua" (lifelong literacy), que englobaría la alfabetización lectoescritora básica, la digital y la ALFIN, integrándola con la idea de aprendizaje permanente (Lifelong learning).

A diferencia de la formación de usuarios tradicionalmente realizada por las bibliotecas, de la que se puede considerar una evolución, la alfabetización informacional no se limita a "preparar" para usar una institución o sus servicios, ni pretende que el usuario se "adapte" a nuestros criterios técnicos u organizativos, ni se queda meramente en la instrucción bibliográfica, en las habilidades de búsqueda y localización de la información. La alfabetización informacional pretende o aspira incluir competencias no trabajadas usualmente en la formación de usuarios: evaluación de los recursos, comprensión, utilización y comunicación de la información. Es decir, para usar la información en la toma de decisiones o generar conocimiento hay que entrar en habilidades cognitivas, e incluso en aspectos éticos. Muchas actividades de formación de usuarios serían en parte alfabetización informacional, pero en función de las necesidades de los individuos, de las posibilidades del contexto o de la colaboración con otros mediadores en procesos de aprendizaje, deberemos ir más allá para incluir el uso reflexivo e intencional de la información para la creación de conocimiento. La alfabetización informacional en última instancia se relaciona con los enfoques constructivistas del aprendizaje, el fomento de la autonomía del individuo y el desarrollo de su capacidad crítica en una sociedad compleja, necesitada de implicación y participación democrática.

La descripción de los conceptos, procedimientos y actitudes que abarca esta competencia se ha realizado a través del desarrollo de normas (como las de las asociaciones estadounidenses ACRL/ALA[10], AASL/ALA, las australianas ANZIIL, las británicas de SCONUL, CILIP…), y modelos pedagógicos (BigSix Skills, BigBlue). Hasta ahora la mayoría de las propuestas diferenciaban sus contenidos según se fuera a aplicar con escolares, universitarios u otros colectivos, y eran de ámbito nacional, pues comprensiblemente no es la misma alfabetización la que se requiere en un colectivo científico o profesional especializado que en un medio de cultura oral indígena. El reto es llegar a un modelo de consenso, unas normas internacionales de carácter general, hechas para describir en qué consiste tener competencia informacional para cualquier individuo, pero lo bastante flexibles como para adecuarse a marcos, colectivos y sociedades diferentes. CILIP lo ha intentado, y la IFLA tiene ya un borrador de Normas internacionales realizado a través del Presidente de la Sección de Habilidades informativas, J. Lau.

Un problema que se observa es que en las políticas de desarrollo de la Sociedad de la Información se ha primado por parte de los gobiernos a la alfabetización tecnológica o digital, cuando una auténtica superación de la brecha digital, lo que requiere es alfabetización informacional, pues la comprensión y evaluación de la información es una condición para un uso con sentido y una auténtica apropiación social de las herramientas tecnológicas que mediatizan el acceso y uso de la información.

En cuanto a los métodos de enseñanza y evaluación de la alfabetización informacional, se basan en los enfoques constructivistas del aprendizaje, en los que el sujeto hace un aprendizaje significativo, que parte de sus conocimientos previos, y es activo, reflexivo e intencional en la realización de sus tareas. Por ello, se debe enseñar con métodos activos, en los que el estudiante haga prácticas, resuelva problemas (PBL: Problem Based Learning[11]) teniendo que utilizar información, compartirla (trabajo colaborativo, grupos de discusión), y llegue a ser capaz de autoevaluar el proceso que ha seguido y sus resultados para llegar a ser más capaz de dirigirse autónomamente.

Esto hace que cobre importancia la evaluación. A pesar de que es difícil o se la tema, es muy importante para saber si realmente a través de las actividades realizadas las personas han aprendido lo que les quisimos enseñar y para poder certificarles que han adquirido las competencias informacionales y pueden utilizar este reconocimiento de acuerdo a sus intereses.
Otra consideración frecuente es que las competencias informacionales se enseñan mejor cuando se hace en el contexto de las necesidades de quienes siguen los programas: por ejemplo, si lo hacemos en la escuela o la universidad, si integramos las actividades con las asignaturas y trabajos de los alumnos, de modo que no les enseñamos a informarse en abstracto o con ejemplos ajenos a sus fines de aprendizaje. Aunque esto hace que la motivación sea mayor, no siempre las actuaciones de alfabetización informacional se pueden hacer dentro del currículo formal, y en todo caso debemos procurar encontrar la relación entre los contenidos de la formación y los intereses de los destinatarios, y dar una acreditación de lo que han aprendido. La colaboración con docentes y el contexto son importantes, pero lo fundamental es enseñar a informarse a la gente en cualquier situación, y más cuando el aprendizaje continuo ha roto la frontera entre educación formal y aprendizaje informal. La relegación de la alfabetización informacional tendría que ver en España con la dificultad para el cambio de la cultura docente y la insuficiencia de las bibliotecas escolares, lo que perpetúa los métodos didácticos basados en la transmisión y reproducción de contenidos, más que en el desarrollo de competencias. Así los ciudadanos se forman más como consumidores que como gestores de sus propias necesidades de información. (...)


Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Alfabetización_informacional

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